El pasado sábado 11 de enero, durante la celebración del maratón ornitológico organizado por el Grupo Naturalista Hábitat, tuvimos la ocasión de ver un solitario ejemplar de escribano nival (Plectrophenax nivalis) en el dique de abrigo de Coruña.
Esta pequeña ave llega al norte de España tras un largo periplo de miles de kilómetros. De hecho es, junto con el cuervo, la paseriforme mejor adaptada al frío y la que cría más al norte, en lugares aparentemente tan inhóspitos como la tundra ártica o las montañas de la región nórdica.
En invierno migra al sur en busca de zonas más templadas y a nosotros nos visita en escasos números, de ahí el especial interés de su avistamiento. A falta de estudios más profundos, se ha estimado en apenas un centenar de individuos los que pasan el periodo invernal en las costas del norte de Galicia. Números semejantes se podrían dar en el resto de la costa cantábrica, y ya mucho más escaso se mostraría en el litoral de Cataluña.
Este ejemplar "coruñés" ha considerado el dique de abrigo un lugar adecuado para pasar los rigores del invierno. Las temperaturas y lluvias de aquí no serán nada para él, teniendo en cuenta su procedencia. Y la poca vegetación que crece entre el cemento y la piedra parece proporcionarle todo el alimento que necesita. Se pasa el tiempo picoteando la hierbas en busca de semillas, siempre inquieto, a la par que confiado ante la gente. Permite acercarse a él a muy poca distancia, e incluso, permaneciendo quieto, es él mismo el que se suele acercar.
Sin embargo, y aquí llega la parte negativa de esta historia, el lugar que ha elegido no es el más idóneo para él. Lo he visto tolerar sin problemas el paso continuo de paseantes, corredores, ciclistas e incluso perros. No obstante, se enfrenta a un peligro mayor, que no es otro que la pobladísima colonia de gatos asilvestrados que lleva años asentada en este lugar. La siguiente fotografía es un claro testimonio del problema, en la que el borrón de la parte izquierda de la imagen es el escribano nival escapando del ataque del gato. Fue todo tan rápido que es la única foto que pude tomar de la escena.
Semanas atrás, experimentados ornitólogos ya habían avistado un grupo de escribanos nivales en la zona, pero se les perdió el rastro a los pocos días. Por otra parte, una señora que pasea varias veces al día por el dique me aseguró que llevaba varios días viendo a este "pájaro tan raro", pero que antes había más. Cabe la posibilidad de que hayan volado a otro sitio, pero está claro que, de asentarse aquí, cualquier pequeño descuido puede resultar fatal para ellos.
El escribano nival es una especie que, si bien se cree que su población está en regresión y sufre la amenaza del cambio climático, aún no se considera amenazada de extinción. Es una pena que el puñado de ejemplares que alcanzan nuestra tierra en sus migraciones terminen su largo viaje entre las fauces de un gato callejero, pero aún así, el impacto sería mínimo en su población global. Tanto o más grave es el peligro que corren las especies que nidifican localmente. A los pocos minutos del ataque al escribano, vi cómo otro gato acechaba a un colirrojo tizón. Y una población tan numerosa de gatos puede arrasar año tras año a las nidadas de estas especies locales, terminando con su exterminio en la zona.
Me encantan los gatos, como me encantan todos los animales, y tampoco me gustaría que a éstos les pasase nada malo. Al contrario, me gustaría que tuvieran un lugar mejor en el que vivir. Al fin y al cabo, ellos no tienen culpa ninguna, pues no hacen más que intentar sobrevivir y responder a sus instintos. Pero son una una especie doméstica y, como tal, su presencia en las calles provoca problemas como los citados. Detrás de este tipo de conflictos siempre está el ser humano, y el ser humano debería intervenir para solucionarlos. Seguramente el problema no sea fácil de arreglar y no sé cuál podría ser la mejor solución, pero hay personas e instituciones con conocimientos suficientes para aportar buenas ideas. Ojalá las autoridades competentes, que ya son conscientes del problema, estén dispuestas a a escucharlas.
En el puerto deportivo de Gijón teníamos un problema similar, con una colonia de gatos que el 1er año era simpática y reducida, pero que en 3ª o 4ª generación pasaba de 25 gatos, bien alimentados por la gente, y además la manía de dejarles comida en demasía acumuló en la zona donde estaban basura, malos olores y ratas, de las que los gatos obesos pasaban bastante.
ResponderEliminarComo dueño de gato, creo que no hay que confundir la animadversión hacia los gatos con el sentido común, y es que los gatos deben estar en una casa, y que asilvestrados hacen daño, sin más.
Respecto a los nivales, en el Superpuerto de Gijón podemos disfrutar desde hace unas semanas de un bando de una docena de aves y son unos paxarinos preciosos.
Pues la situación en Coruña es un calco: decenas de gatos gordos, recipientes rebosantes de pienso, ratas enormes...
EliminarYo también he sido dueño de gatos, así que animadversión ninguna, comparto al 100% tu opinión.
Qué bueno ese bando de nivales! A ver si los puedo ver la próxima vez que pase por Gijón!
Un saludo y gracias.
A ver si hacen algo con esos y otros gatos asilvestrados, por el bien de las aves silvestres.
ResponderEliminarUn abrazo,
Damián
Esperemos que sí, Damián. Y ojalá se encuentre la mejor de las soluciones. Un abrazo!
EliminarHola Juanda.
ResponderEliminar¡Qué bonitas fotos! En cuanto a la especie te comenté varias veces que le tenía ganas ya que se me escapó la oportunidad de fotografiarle en el invierno pasado. ¿Sabes si permanece aún allí?
Un abrazo,
Rafa.
Gracias, Rafa. Desde el lunes no tengo nuevas noticias de él. Pasaré esta tarde por allí, a ver si sigue.
EliminarUn abrazo.