jueves, 8 de agosto de 2013

El parque de San Pedro se anima

A última hora de las tardes de verano el parque de San Pedro se anima y, a medida que los turistas se van retirando, la fauna del lugar va perdiendo la timidez.

En la charca se pueden observar muchos ejemplares de rana común o perezi en esta época. No croan con tanta intensidad como en primavera, pero a cambio, si no hay mucho jaleo a su alrededor, se muestran muy activas.




El clima bondadoso y la abundancia de insectos en esta época favorece a la población de aves del lugar. Durante estos meses, se puede disfrutar de la compañía de los zarceros políglotas (Hippolais polyglotta) que se mueven incesantemente por la zona de matorral.



Todas las especies aprovechan los meses calurosos para procrear. Así, no es difícil encontrarnos con algún juvenil que aún perfecciona sus técnicas de vuelo, como este petirrojo (Erithacus rubecula).


Uno de los más habituales del lugar a lo largo de todo el año es la tarabilla común (Saxicola torquatus). Aquí, una pareja con el macho:



Y la hembra:


No tan habitual, sino más bien toda una sorpresa para mí, fue la aparición sin previo aviso de este cuco común (Cuculus canorus). Su vuelo rápido, zigzageante y a baja altura me dejó hipnotizado durante un buen rato. Sólo conseguí fotografiarlo durante unos segundos que se posó en el camino. El barrado de su plumaje y la mancha clara en el píleo revela que se trata de un ejemplar juvenil en dispersión, que ya habrá abandonado el nido de sus padres adoptivos para buscarse un territorio en el que asentarse.



Aves aparte, el parque también es un sitio inmejorable para ver una buena muestra de la población de conejos que pulula por la zona.





No parece un mal lugar para vivir, al menos desde nuestra perspectiva humana.


Los hay de todos los tamaños y formas. A este le faltaban las puntas de las orejas:



Salen de sus refugios y siempre emergen con timidez de la vegetación más espesa. Poco a poco se van confiando y se aventuran en zonas más abiertas, pudiendo llegar a verse grupos bastante numerosos.



...hasta que llega un listo y azuza a su perro para que los persiga. Cosas de la especie humana, que tiene más peculiaridades que ninguna.

Y después de una jornada de relax y observación de fauna, el monte de San Pedro siempre regala una bonita puesta de sol.



Nunca hay dos iguales.

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