martes, 1 de abril de 2014

Recuerdos del invierno

Recordaremos el reciente invierno por las sucesivas galernas que azotaron los litorales atlántico y cantábrico. Durante los próximos años comprobaremos si se ha tratado de un suceso puntual o si, por desgracia, el cambio climático ya es una realidad innegable.




Antes de que el mar y el cielo se enfadasen, en esta esquina de la península incluso pudimos disfrutar de algunos días de calma y sol. Durante ese período, la playa de Sada lucía espectacular, acogiendo a cientos de anátidas, entre las que llamaban la atención un par de machos de pato mandarín (Aix galericulata), cuya procedencia salvaje siempre quedará en entredicho.



Al mismo tiempo, varios ejemplares de zampullín cuellinegro (Podiceps nigricollis) pasaron una temporada asentados en distintos puntos de la costa, a veces a tiro de piedra de los núcleos urbanos. No se quedaron mucho tiempo, pues a principios de año dejé de verlos. Se queda uno hipnotizado con el intenso color de sus ojos. Lástima que por aquí no los podamos ver con su espectacular plumaje estival al completo.





A finales de noviembre, mientras el maestro gaviotero Xabi compartía sus conocimientos en una de las acertadas actividades que organiza el Grupo Naturalista Hábitat, fue localizado un eider común (Somateria mollissima), macho de primer invierno, frente a la playa de Santa Cristina. A los pocos días se le unió otro macho joven, y poco después llegó una hembra. Los tres pasaron todo el invierno en la zona, y hasta hace un par de semanas seguían por allí, aunque, si no se han marchado ya, estarán pensando en hacerlo. Todo un privilegio haber tenido tan cerca y durante tanto tiempo a estos visitantes tan poco habituales. Una pena que nunca los pillé cerca de la orilla para verlos mejor.



También poco numerosos, pero muy fieles a su lugar de invernada, son los correlimos oscuros (Calidris maritima), que no faltaron a su cita. Durante todo el invierno se les pudo ver en su pequeño reducto en la zona Oeste de la ensenada del Orzán. Llegué a contar un máximo de 14 ejemplares, y hace unos días, con esa zona del paseo marítimo totalmente destrozada por los temporales, aún pude ver a dos de ellos.


Se llevan especialmente bien con los vuelvepiedras, pero en alguna ocasión también me encontré con algún solitario zarapito trinador (Numenius phaeopus), especie que no suelo ver con tanta frecuencia en el núcleo de la ciudad.



Y llegó el primer temporal, y luego otro, y otro... y con ellos, miles de aves de hábitos pelágicos. Se ha estimado en 100000 el número de aves muertas a consecuencia de estos temporales, una cifra sólo comparable con la catástrofe del Prestige. Entre todas, la familia de los álcidos fue la gran damnificada, especialmente los araos comunes (Uria aalge), como este que, sin mucha energía, se dejaba llevar por la corriente en aguas portuarias. Otros muchos de su especie no aguantaron tanto y en las playas aparecía cada día algún cuerpo inerte o moribundo.



También las alcas (Alca torda) encontraron un buen refugio entre diques y pantalanes. Desde luego, araos, alcas y frailecillos deben estar agradeciendo la llegada de la primavera más que nadie, y eso que estarán en pleno viaje de vuelta a sus territorios de cría, con las fuerzas justitas.



No sería justo terminar sin mencionar a los miles de gaviotas de diferentes especies que nos visitan todos los años. Cada invierno, no dejo de impresionarme cuando veo el porte de los gaviones atlánticos (Larus marinus), o la agilidad de las gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus) y cabecinegras (Ichthyaetus melanocephalus), que lucen aún más cuando adquieren su plumaje nupcial, justo antes de despedirse de nosotros hasta dentro de unos meses.






2 comentarios:

  1. Hola Juanda.

    Hiciste un magnífico "resumen invernal". La verdad es que la sucesión de temporales ha sido durísima para las aves pelágicas y los cetáceos (ante la imposibilidad de alimentarse), creo que todos hemos visto varios cadáveres en las playas, ojalá que las afamadas "ciclogénesis explosivas" no las volvamos a tener por unos cuantos años, el precio a pagar ha sido muy alto y no lo compensa el poder ver alguna rareza.

    Un saludo.

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    1. Gracias, Rafa. Esperemos que estos fenómenos meteorológicos no dejen de ser una excepción.
      Saludos.

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