Después de tantos días lluviosos, es un momento inmejorable para visitar cascadas, y la del Río Belelle es sin duda una de las más espectaculares de Galicia. Se encuentra en el municipio de Neda, a apenas 10 minutos de Ferrol, y estos días el caudal de agua es impresionante. La masa de agua se precipita con una violencia tan grande que, al chocar con las rocas o alcanzar el cauce del río, produce un orbayu que lo invade todo.
Existen dos lugares principales desde los que se puede observar la cascada, aunque desde ninguno de ellos se pueden ver los 45 metros de salto de agua en su totalidad. El primero se sitúa un poco más alto que la base de la cascada, y la escena nos dejará impresionados sin lugar a dudas.
Es tan bonito que se puede uno quedar mirando durante minutos sin prestar atención a ninguna otra cosa.
Una senda en zig-zag permite acceder a un mirador a mayor altura, desde donde podremos ver la parte superior de la cascada, que no es visible desde abajo.
Todo ello rodeado de empinadas laderas y un bonito y frondoso bosque. Desde luego, aquí a la vegetación no le falta humedad. La belleza del lugar es tal que algunos se ponen un pelín románticos.
Para llegar en coche a este recomendable lugar hay que tomar la carretera que va desde Ferrol a Ortigueira durante unos pocos kilómetros, hasta que veamos la primera indicación de la Fervenza do Belelle a mano derecha. Siguiendo los carteles, se llega sin problemas a la aldea de O Roxal, donde se encuentra la última indicación, que invita a coger una pista bastante más estrecha a mano derecha. A partir del momento en que se pasa por delante de un pazo en ruinas, puede ser buena idea aparcar el coche y continuar a pie, pues el camino es corto y agradable, y aunque se puede llegar en coche prácticamente hasta el pie de la cascada, podemos meternos en un lío si nos encontramos con otros vehículos circulando en dirección opuesta, pues no habrá sitio para todos.
La pista termina en una central eléctrica que se construyó a inicios del siglo XX para el suministro a la ciudad de Ferrol, que hasta entonces carecía de él. La entrada a la misma está flanqueada por dos imponentes tejos. Cruzando el río encontraremos unos caminos de tierra a través de los que se puede acceder a los distintos puntos de observación. Apenas hay que caminar y el camino está bastante bien acondicionado, por lo que el acceso es apto para prácticamente todos los públicos.
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