miércoles, 24 de octubre de 2012

Peña Mea desde Pelúgano

Peña Mea es una de las cumbres más tradicionales del montañismo asturiano. Se ubica en el cordal del Retriñón, cuya estructura se expande alrededor del límite de los concejos de Aller y Laviana. La ascensión, que calificaría de dificultad media, se puede acometer desde diferentes puntos de partida, siendo quizá el más común el que parte del pueblo allerano de Pelúgano.


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Se puede dejar el coche en cualquier punto del pueblo, aunque, si nos queremos ahorrar la primera cuesta, lo mejor es dirigirse al barrio de Barrocima, junto a una iglesia. Allí mismo se encuentra un cartel con el itinerario de la ruta a Peña Mea.

Pelúgano (Aller)

Itinerario de la ascensión a Peña Mea

Se sale del pueblo con dirección Norte, por una ancha pista de tierra que gana altitud poco a poco y que coincide, durante varios cientos de metros, con la GR-109 (Asturias interior). Es el tramo más monótono de la ruta, pero está muy bien para ir entrando en calor y disfrutar de las primeras vistas de la montaña. El itinerario no tiene pérdida, pues en cada bifurcación me encontré alguna indicación. Además, pronto se tiene la mejor referencia posible, que es la sierra del Retriñón, con Peña Mea en primer término.

Cordal del Retriñón

Cuando se lleva aproximadamente una hora de caminata, y unos metros antes de coronar la collada de Pelúgano, se deja esta pista con un giro de 90 grados a la derecha, siguiendo en dirección Este por un sendero más estrecho. Se pasa entonces entre un núcleo de cabañas denominado Cerreo, con una buena fuente de aguas cristalinas, que yo me encontré plagada de tritones y renacuajos.

Tritón y renacuajo

El sendero avanza por la falda de la sierra hasta que se alcanza la profunda canal de Las Cuevas. Aquí hay que girar a la izquierda (ojo a la indicación) y comienza la parte más costosa y bonita de la ruta.

La Canal de Las Cuevas, a la izquierda. Sí, por ahí hay que subir!

Tomándoselo con calma y ascendiendo en zig-zag se hace bastante llevadero y se gana altitud con rapidez. El esfuerzo merece la pena con creces, pues el lugar es precioso. Casi sin darse cuenta, se llega al singular "Ojo de Buey" o "Furacón", una amplia ventana que traspasa el crestón de la peña.

El Ojo de Buey aparece imponente en la lejanía

El furacón desde más cerca

Conmigo delante para hacerse una idea de su tamaño

En mi opinión, se trata del paraje más bello de la ruta, por lo que, de ir muy justos de fuerzas, no es descabellado parar un rato para tomarse un respiro y disfrutar del lugar. Ese mismo día, cuando ya estaba haciendo el descenso, me encontré con varias personas a esta altura de la ruta que iban con la lengua fuera, preguntando cuánto faltaba para la cima y si lo que quedaba era tan duro como lo anterior. Es una pregunta que me han hecho muchas veces en mi breve experiencia montañera. Mi particular punto de vista es que las rutas de montañismo son para disfrutarlas de principio a fin, sin obsesionarse únicamente con llegar a la cima. No pasa nada por tener que dar la vuelta a medio camino, porque además, algunas de las cosas más bonitas las vamos encontrando antes de hacer cumbre. La felicidad está en el camino, no sólo en el lugar de destino :)

Continuando el itinerario, tras salir de la canal de Las Cuevas ya se puede divisar el punto más alto de Peña Mea. La pendiente continua siendo importante hasta el final, y con algún paso algo más complicado de lo normal. Pronto descubrimos nuevas vistas hacia el concejo de Laviana mientras que, a nuestros pies, la pista por la que hemos salido desde Pelúgano parece ya muy lejana.

¡Ataque a cumbre!

Vista de Pola de Laviana

Vista del camino que hemos seguido

Unas dos horas y media después de haber salido de Pelúgano, culminamos la ruta, a 1560 metros de altitud. La cima de esta esbelta montaña nos premia con una hermosa panorámica por encima de los pavorosos abismos. Lástima que el día que yo subí, aunque el tiempo era fantástico, la bruma impedía ver los paisajes más lejanos.

Vista desde la cima de Peña Mea, con Peñamayor al fondo

Buzón de cumbres

Como en otras ocasiones, los buitres planeaban con elegancia, recorriendo grandes distancias en un abrir y cerrar de ojos.

Buitre leonado (Gyps fulvus)

En la lejanía, de nuevo Pelúgano, lugar al que, tras unos instantes de relax y reposición de fuerzas, me dirijo de nuevo siguiendo el mismo camino que en la ida. Con las piernas cansadas pero con esa sensación tan agradable de haber disfrutado de un día fantástico rodeado de naturaleza.

Pelúgano desde la cumbre

1 comentario:

  1. Un clásico que no defrauda. El furacón parece puesto a propósito para descansar allí un buen rato, porque menuda paredita hay que acometer.

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