jueves, 5 de diciembre de 2013

Depredador urbano

Doy por finalizada mi jornada de observación de alcatraces cuando, aún maravillado por lo que acabo de presenciar, sobre mi cabeza me llama la atención el grado de excitación de un grupo de gaviotas. Ellas mismas me facilitan la identificación del causante del alboroto, pues entre las aves marinas destaca una silueta más oscura, epicentro de su atención: un ejemplar de halcón peregrino (Falco peregrinus).


Con tanta valentía como prudencia, se turnan para avalanzarse sobre él. Eso sí, sin llegar a tocarlo. Todas las demás lo rodean sin parar de chillar. La táctica surte efecto y el halcón se aleja de ellas con tal suerte para mí que, tras un breve planeo, se posa en el acantilado a unos pocos metros de distancia de mi posición.


Por su actitud, me dio la sensación de que el halcón no tenía la intención de desayunar gaviota patiamarilla, aunque seguro que en algún momento tuvo la tentación. Creo que simplemente pasaba por un lugar en el que no era bien recibido.


Su plumaje, aún de tonos ligeramente parduzcos y con algunos márgenes pálidos, rebela que se trata de un ejemplar joven.


Su descanso es corto y enseguida alza el vuelo, alejándose hasta que lo pierdo de vista entre los edificios de la ciudad. Me distraigo unos minutos respondiendo unos mensajes con el teléfono móvil y, cuando vuelvo a alzar la mirada, lo tengo de nuevo sobre mí. Aunque en esta ocasión, de sus garras sobresalen con desorden las plumas de una desafortunada paloma, una presa mucho más asequible que las grandes y agresivas gaviotas. Desciende rápidamente y desaparece de mi vista bajo el acantilado sobre el que me encuentro. Recorro el sinuoso litoral buscando una perspectiva diferente del lugar, pero ya no soy capaz de volver a localizarlo.

Y así transcurrió una mañana otoñal de día festivo. Entre alcatraces y halcones, con la majestuosa Torre de Hércules y un revuelto Océano Atlántico como testigos. Una mañana diferente de las que no se olvidan fácilmente.

2 comentarios:

  1. Hola Juanda.

    ¡Muy buenas fotos, y qué afortunado fuiste cuando el halcón peregrino se posó tan cerca de tu posición! No sé tú, pero a mí los latidos me irían a 160, jajaja.

    Un saludo.

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    1. La sensación que te imaginas seguro que se parece mucho a lo que sentí. Tenía prisa por sacarle unas cuantas fotos antes de que se fuera, pero me tenía que mover muy despacio para no asustarlo, que no me quitaba ojo, jaja!
      Un saludo.

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