miércoles, 11 de diciembre de 2013

Nutrias de Cecebre

Caminaba por uno de los senderos que bordean el embalse de Cecebre la primera vez que fui sorprendido por una de las nutrias que habitan en el lugar. Ser sigiloso cuando se pasea por el campo a menudo tiene premio. En tierra firme y a plena luz del día, la nutria correteaba acercándose a mí cada vez más. Intenté no mover ni un pelo mientras se seguía acercando, hasta que la vegetación que se interponía entre ambos me impidió seguir viendo sus movimientos. A pesar de que esperé unos cuantos minutos antes de moverme, no pude volver a ubicarla. Sabía que estaba muy cerca, pero fue como si se hubiese esfumado de repente. Una capacidad que los animales salvajes saben explotar a la perfección.

Hace pocos días, mientras observaba aves como de costumbre, localicé a dos ejemplares en el agua, nuevamente ya pasado el mediodía. En las cercanías de la orilla, parecían juguetear, emergiendo y zambulléndose una y otra vez, aunque apenas asomando la nariz y los ojos sobre la lámina de agua durante escasos segundos. Al rato, una de ellas decidió abandonar el agua, probablemente para ir a descansar a su guarida. Unos pocos segundos en los que apenas acerté a grabar un torpe video testimonial.


En tierra, el elegante buceo de la nutria se transformó en un trote menos estético, desplazándose a saltos con esa particular postura encorvada. A pesar de ello, su apariencia sigue siendo la de un animal bastante ágil, y al observarla en vivo queda patente su importante corpulencia.



En mitad de su carrera, la protagonista de la secuencia frenó en seco y dio media vuelta, para permanecer unos instantes con la mirada fija en el agua, donde permanecía su compañera. Finalmente, decidió que se iba a descansar sola, desapareciendo entre la maraña de ramas, raíces y tocones de árboles que rodean el embalse y que les proporcionan buen refugio.



Es motivo de satisfacción comprobar que esta especie, tan sensible a la contaminación de las aguas, goza de buena salud en este entorno, en el que juega un papel fundamental al mantener a raya la plaga de cangrejos de río invasores. Un ejemplo más de la rica biodiversidad que pueden albergar lugares tan próximos a los asentamientos humanos, a poco que se los cuide.

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