jueves, 7 de noviembre de 2013

La berrea en Somiedo

Todos los años intento hacer al menos una escapada para disfrutar de la berrea de los venados (Cervus elaphus), a mi parecer, una de las escenas más espectaculares que se pueden contemplar en nuestra fauna local. Esta vez, el lugar elegido fue el parque natural de Somiedo, hace ya algo más de un mes.

Las primeras lluvias del otoño son siempre una buena noticia, pues marcan el inicio de una sucesión de días en los que se rompen las pautas de comportamiento habituales en los venados, según las cuales los machos y las hembras se mantienen en grupos separados a lo largo del año.

Esta lluvia, unida al hecho de que la berrea tienen lugar en las horas del día menos luminosas, no ayuda a obtener unas fotografías precisamente espectaculares. Pero la experiencia en directo merece mucho la pena, pues se desarrolla en lugares ya de por sí de espectacular belleza y aislados del ajetreo diario al que muchos estamos acostumbrados.


En la caminata hacia el lugar elegido, un acentor común (Prunella modularis) reclamó su parte de protagonismo.


A medida que caía la tarde, y procedentes de los frondosos bosques que visten parte de las laderas de las montañas somedanas, se iban escuchando los bramidos cada vez más intensos y frecuentes. Sin embargo, en los primeros rastreos sólo fuimos capaces de avistar algún rebaño aislado de hembras.



Ya instalados en un lugar que nos pareció bueno para la observación, frente a un bosque que prometía albergar una buena población de venados, pudimos ver un vareto acompañado de una hembra (probablemente, su madre) que cruzaron la zona con premura. Nacido el año pasado, a este joven macho aún le corresponde contemplar la berrea a cierta distancia. Por el momento, todavía es aceptado en la vida familiar, pero pronto, quién sabe si en los próximos días, será expulsado y obligado a vagar en solitario o unido a otros machos.



Por allí también pasó un solitario y despistado rebeco (Rupicapra pyrenaica parva). Nos resultó extraño ver un ejemplar así de aislado, pues no había ningún otro por la zona.


Y al fin comenzaron a dejarse ver los primeros machos adultos de venado tras abandonar las masas boscosas en las que se refugian durante el día.



Como surgidos de la nada, empezamos a localizar grupos de ciervos a lo largo de la ladera. Entre ellos llegamos a identificar hasta siete grandes machos, cuyos berridos eran continuos y resonaban por todo el valle de diferente manera en función de su lugar de procedencia. El concierto era espléndido.



Con las hembras a pocos metros, los machos se disputaban su posesión a base de fuertes berridos y comportamientos amenazantes. En los montes asturianos rara vez se entablan combates cuerpo a cuerpo, pues los espacios son amplios y la intimidación suele ser suficiente.




Los ganadores obtendrán el premio en forma de un grupo de hembras, aunque los derrotados y/o jóvenes siempre buscarán su oportunidad una vez que el vencedor se retire exhausto tras haber atendido a todo su harén.

Ya en el camino de vuelta, con las últimas luces del día, pudimos observar a un ejemplar que se situó en lo más alto de la montaña y nos brindó una bonita estampa, acompañada de su correspondiente y potente bramido, que puso la guinda a una bonita jornada.



Incluyo también algunos videos en los que, a pesar de su baja calidad, se puede ver el comportamiento habitual de los ciervos durante estos días. Lo más decepcionante es el audio, pues no refleja en absoluto lo que se puede oir en directo. Por ello es recomendable poner el volumen al máximo y, sobre todo, animarse a vivir la experiencia en vivo.




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