martes, 23 de abril de 2013

La cascada del Río Toxa

Después de haber disfrutado de las cascadas del Río Belelle y de la desembocadura del Río Xallas, sólo queda una en Galicia que las pueda igualar e incluso superar en espectacularidad, y no es otra que la del Río Toxa, ubicada en el municipio ourensano de Silleda. Para encontrarla hay que tomar la carretera que discurre entre las poblaciones de Bandeira y Merza, y desde la misma, seguir las indicaciones de sucesivos carteles de madera. Rápidamente se llega a una pista desde la que se puede bajar a pie hasta la base de la cascada o ascender hasta un mirador.


Ver mapa grande

El camino entre ambos lugares se puede recorrer perfectamente caminando, y además se trata de un paseo muy agradable rodeados de húmedos bosquetes.


Entre los árboles habituales de la región, me llamó especialmente la atención la presencia de un notable número de alcornoques, que destacaban entre los demás por su tronco de color rojizo, consecuencia de haberles arrancado la corteza para obtener su valioso corcho.


Aunque no iba con la idea de observar aves, me resultó inevitable no prestar atención a la buena cantidad de individuos que se dejaron ver durante el breve paseo: petirrojos, pinzones, reyezuelos, carboneros... y un trepador azul (Sitta europaea) que se afanaba en acondicionar su casa.




Y sin más preámbulos, las imágenes de la magnífica caída de agua de 60 metros, este día más espectacular si cabe, pues el río bajaba rebosante después de tantos días de lluvia. Se queda uno hipnotizado con la escena y con el ruido que genera el agua al precipitarse desde tanta altura. Lo único malo es que resultaba imposible acercarse a menos distancia de lo que se aprecia en la foto sin empaparse por completo. Nota mental para la próxima visita: traer chubasquero.


Hay que estar allí para vivirlo en directo, pues como siempre ocurre, ni en las fotografías ni en los vídeos se aprecia el paisaje en toda su magnitud.


Desde el mirador la perspectiva es totalmente diferente. Sólo se ve la parte más alta de la cascada, pero a ello hay que sumarle un amplio horizonte de laderas frondosas.



Un lugar en el que, un lunes primaveral y lluvioso, todo estaba invadido por una paz sólo rota por el tren, cuyo trazado pasa a muy pocos metros por encima de la cascada (no todo podía ser perfecto). Allí comprobamos que es posible que el agua viaje por el aire para mojarte desde todas las direcciones posibles al mismo tiempo: desde el cielo en forma de gruesas gotas de lluvia y desde el fondo del valle transformada en finas partículas a merced del viento.

6 comentarios:

  1. Hermoso lugar para visitar. Al Trepador azul le queda un arduo trabajo, para cerrar el enorme boquete; espero que al menos el barro esté cerca. Saludos

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    1. Desde luego, barro en la zona tiene en abundancia, y se le veía entregado a la tarea. Pero sí que tenía mucho trabajo por delante, espero que le haya ido bien.

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  2. Ostras, vaya cataratitas más chulas, con lo que llovió este invierno, tienen que estar al 100% de su espectacularidad.

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    1. Sí, otro de esos lugares con propiedades anti-stress que recomiendo encarecidamente. Y en momentos como este está mejor que nunca: después de las lluvias y sin masificaciones, pues otras fotos que he visto del mismo sitio en verano no tienen nada que ver.

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  3. Hola Juanda.

    Preciosa entrada, no conozco esa cascada y casi iría exclusivamente por verla, pero también por fotografiar al trepador azul ya que no lo tengo en la lista. :D

    Un saludo y cuando quieras volvemos a quedar. ;)

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    1. Gracias, Rafa. Hasta allí me desplacé yo sólo para verla, y además tuve el premio del trepador azul!
      Ya sabes dónde encontrarme, siempre es un placer compartir esta afición :) Un saludo!

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