jueves, 3 de octubre de 2013

Chotacabras en la noche asturiana

Cae la tarde y la afluencia de turistas de este concurrido lugar va disminuyendo. A escasos metros, en una zona de helechos y matorral prácticamente impenetrable para cualquiera que no disponga de alas, se van desperezando otros visitantes estivales de la región: los chotacabras europeos (Caprimulgus europaeus). Y son bastante numerosos aquí.

Con los últimos rayos de luz comienzan a oirse sus característicos reclamos, pero no es hasta que la oscuridad se apodera de toda la zona cuando se desata la actividad desenfrenada de estas curiosas aves. Con agilidad envidiable y desafiando las fuertes rachas de viento, surgen como fantasmas de entre la tenebrosa vegetación para apresar al vuelo insectos de considerable tamaño.

Captar la escena puede suponer un buen desafío para un fotógrafo con experiencia. Pero para un simple aficionado que se suele limitar al modo automático de una cámara compacta, la tarea es casi imposible. Para muestra, un botón:


A pesar de que a veces se posan a descansar, lo normal es obtener la imagen de un borrón con forma de ave en mitad de la oscuridad. No obstante, esto es un reflejo bastante fiel a lo que se vive en directo.



Con un poco de perseverancia y la ayuda de las luces del coche, éste fue el mejor resultado:


Y aunque las fotos no estén a la altura, lo que es imposible de desbaratar son las imágenes que quedan en la memoria, unidas a los sonidos y resto de sensaciones vividas en plena noche de verano. Todas ellas componen una experiencia diferente y difícil de olvidar mientras, a nuestros pies, la ciudad es testigo de otra multitud de historias bien diferentes.


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