jueves, 6 de junio de 2013

La fraga de Catasós

No fue hasta el año 2000 cuando la Xunta de Galicia declaró la fraga de Catasós como Monumento Natural. 46 años antes, el fitopatólogo norteamericano Filippo Gravat había indicado la necesidad de proteger este enclave. Por fortuna, durante todo ese tiempo, este reducto del bosque caducifolio que en otras épocas cubría gran parte de nuestra geografía, resistió a la presión del desarrollo y la especulación urbanística de la vecina ciudad de Lalín.


Ver mapa grande

Si se pasa por la zona, merece la pena hacer una parada para visitar el lugar. Llegar es muy sencillo, pues se encuentra junto a la carretera N-525 (Santiago-Ourense-Benavente), anunciada por un cartel a sólo 4 kilómetros de Lalín en dirección a Ourense. Eso sí, no hace falta perder el tiempo (como hizo un servidor) buscando algún lugar habilitado para estacionar el coche, porque no lo hay. Así que hay que aparcar justo a la entrada (con espacio para dos o tres vehículos) o buscar algún lugar próximo.


Este pequeño y singular bosque, que se recorre por completo en muy poco tiempo, está formado sobre todo por castaños y robles centenarios, destacando también algún que otro llamativo alcornoque. Se dice que sus castaños, que alcanzan los 30 metros de alto y 5,5 metros de perímetro, son los más altos de Europa. A mí estas afirmaciones siempre me resultan un tanto atrevidas. En cualquier caso, sirven para hacerse una idea del importante porte de algunos árboles que han crecido allí.


En tiempos pasados, la fraga de Catasós era propiedad privada de la familia Quiroga, residente en un pazo próximo. En este lugar la escritora Emilia Pardo Bazán, casada con un descendiente de la familia, elaboró parte de su obra "Los pazos de Ulloa". Al contrario de lo que puede parecer, los imponentes castaños que contemplamos hoy en día son resultado de la acción humana, habiendo sido plantados en hileras de rigurosa rectitud y cuidados año tras año con el fin de aprovechar sus frutos y su madera (que se empleaba en la construcción de vigas para los pazos y demás construcciones de la zona).


El sotobosque alberga la mayor parte de la vida en este enclave: hongos, musgos, líquenes, insectos, anfibios, reptiles, pequeños mamíferos... un buen número de especies que pasarán desapercibidas a los inexpertos ojos de la mayoría de los visitantes. La descomposición de la madera y hojarasca que cubre el suelo juega un papel clave en el mantenimiento de este frágil microambiente que ha podido conservarse hasta nuestros días.


No hay comentarios:

Publicar un comentario