Se trataba de disfrutar en compañía del bonito día que había salido y liberarse del estrés acumulado a lo largo de la semana. Y qué mejor lugar que el monte Pindo, con sus paisajes imposibles y su legendaria historia.
La idea era ir subiendo tranquilamente hasta que las piernas empezaran a quejarse, recreándose con las magníficas vistas, y sin el objetivo obligatorio de llegar a la cumbre.
Finalmente, alcanzamos la cima de A Moa y, cuando aún lo estábamos celebrando, entraron en escena, provenientes del Norte (Cee, Ézaro...) decenas de buitres leonados (Gyps fulvus) sobrevolando la zona a buena velocidad, aprovechando las corrientes de aire que eran bastante intensas. Entre lo inesperado de la situación, lo rápido que pasaron y lo que tardé en sacar la cámara, las fotos no han podido ser más que un testimonio de la inusual situación. Afortunadamente, cuando ya se dirigían tierra adentro por detrás de la sierra de Outes, se pusieron a planear en círculos y pude tomar las citadas instantáneas antes de perderlos de vista.
Un poco más tarde, unos pocos ejemplares rezagados se dejaron observar un poco mejor cuando sobrevolaban la cascada del Xallas.
Personalmente, nunca había visto buitres en la zona, tan lejos de los cortados en los que anidan, y mucho menos en esa cantidad. En la provincia de A Coruña, los avistamientos de los que he tenido noticia suelen ser de pocos ejemplares, y más habituales en la zona Noreste de la provincia, entorno a las sierras de O Xistral, A Faladoira, A Curiscada, A Loba... Lo excepcional de la situación le da aún más valor al privilegio de haberla podido contemplar en directo. La naturaleza nunca dejará de sorprendernos.
Y ya en el camino de vuelta, casi llegando a los pies del Pindo, esta bonita curruca rabilarga (Sylvia undata) parecía que también se quería hacer notar.
Y ya en el camino de vuelta, casi llegando a los pies del Pindo, esta bonita curruca rabilarga (Sylvia undata) parecía que también se quería hacer notar.
Infinitamente más pequeña que sus parientes los buitres. Cada especie especializada hasta el límite en el objetivo de conseguir el alimento diario y reproducirse, perfectamente adaptadas a un hábitat en el que, de vez en cuando, sólo unos cuantos metros los separan. Una muestra más de la rica biodiversidad de la que aún disponemos, y que tenemos la obligación de conservar.