El Peneda-Gerês es el único espacio natural catalogado como Parque Nacional de Portugal. En el límite con Galicia, tuve la ocasión de verlo de pasada, sin apenas bajar del coche. Pero merece la pena visitarlo con más tiempo para descubrirlo a fondo.
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En general, diría que el paisaje es diferente a lo que conocía hasta ahora. El relieve es accidentado, con cumbres que llegan a sobrepasar los 1500 metros de altitud, y muy rocoso, pero de aspecto muy distinto a la típica caliza de Asturias. Los peñascos a veces dan lugar a formas curiosas que pueden recordar a estampas de Galicia como el monte Pindo, pero la vegetación está mejor conservada, aunque hay un poco de todo: extensos pinares, laderas totalmente tupidas de mimosas, bosques húmedos de robles recubiertos de usnea... eso sí, parece que han podido mantener al eucalipto a raya.
El agua juega un papel primordial en el parque, y los arroyos de aguas claras que descienden rápidamente ladera abajo surgen por todas partes. En ocasiones, dan lugar a bonitos parajes como la cascada del río Arado.
Otro buen lugar para perderse un largo rato.