Cuando era niño, me fascinaba la serie El Hombre y la Tierra, algunos de cuyos capítulos, grabados de mala manera en el Betamax, veía una y otra vez. Luego vinieron los documentales rodados en lugares más lejanos, también apasionantes.
Rodeado de asfalto, crecí con la idea de que todo aquello era algo lejano, al alcance de unos pocos elegidos. Un poco como las películas, que contaban historias que podían ser reales, pero que no formaban parte del día a día del común de los mortales, y mucho menos de mi día a día.
En la guardería me entretenía buscando insectos en la tierra de las jardineras. Gracias a las indicaciones de otras personas, por la calle era capaz de distinguir gorriones, palomas, bruxas (lavanderas), o ñerbatos (mirlos). En la playa (siempre en verano) sólo había gaviotas ("gaviotas" en general, todas iguales). Lo demás, pasaba desapercibido para mí.
Tarabilla común |
En los medios decían que aún quedaban unos pocos osos que, junto con urogallos, lobos y salmones, formaban el equipo de especies representativas de la región. Ni se me pasaba por la cabeza que las experiencias que narraba Félix se pudiesen vivir, al menos en parte, en primera persona. No sabría ni a dónde ir.
Oso pardo cantábrico |
Al menos, estaba el parque de Isabel la Católica y todas esas especies de patos a las que un día un cuidador me enseñó a ponerles nombre. Palabras como ánade real, focha, porrón o zampullín fueron novedad en mi vocabulario. Hasta ese momento, sólo me habían enseñado a identificar a los más populares, como eran los cisnes y los gansos.
Pato mandarín en la playa de Sada |
Más tarde, ya en época del instituto, los métodos adoptados por los profesores hicieron que huyese de asignaturas como biología, no estoy seguro de si por suerte o desgracia. Resolver problemas de matemáticas o física me resultaba más entretenido que memorizar y repetir textos. Luego vino una época centrada en los estudios y en el progreso laboral.
Afortunadamente, y aunque ya me pilló mayorcito, mi independencia económica me permitió tener una mayor libertad de movimientos que, no sin algún que otro bandazo previo, terminó donde tenía que terminar: retomando mi pasión por la naturaleza. Al principio sólo eran simples paseos, que se convirtieron en rutas cada vez más complejas. La curiosidad hizo el resto.
Vanessa atalanta |
Marta |
Recuerdo una caminata por las cumbres de la sierra del Aramo. Era marzo de 2012, hace 4 días, como quien dice. Llamaron mi atención una especie de surcos retorcidos en la tierra. Cuando vi lo abundantes que eran, recuerdo haber pensado: "cómo me gustaría saber cuál es el origen de esto". Unos meses después, supe que eran los restos de las galerías de topillo nival (Chionomys nivalis), que quedaban al descubierto tras fundirse la nieve.
Internet hacía que todo fuese mucho más fácil. Supe que en España se podían ver cientos de especies de aves (cientos!). También supe, con cierta sorpresa, que muchas sólo venían en invierno. Hasta entonces, había aprendido que el invierno era una época de clima desagradable, en la que había pocas cosas que hacer fuera de casa o los entornos cerrados. Me enteré de que existían las guías de campo, y de que había gente que sabía un montón acerca de esas cosas. También fui consciente de que, con perseverancia, no era tan difícil ver un oso o una nutria salvaje.
Nutria europea |
Búho campestre |
Chorlito carambolo |
Salamandra rabilarga |
Víbora de seoane |
Decidí empezar a escribir en este blog, poniendo en orden y compartiendo mis experiencias y aprendizajes en el medio natural. A base de errores, fui ampliando mis conocimientos, al mismo ritmo que crecía el círculo de personas que tuve la suerte de ir conociendo y que compartían mi afición por la naturaleza. Tres años y ocho meses después, ni mucho menos puedo decir que sea un experto, ni tengo intención de serlo. Pero puedo asegurar que hay mucha más riqueza en mi vida, aunque no de la económica. Pues el contacto con la naturaleza me ayuda a relajarme, a agudizar mis sentidos, a seguir aprendiendo cada día, a comprender mejor el mundo en que vivimos, a conocer gente fascinante, a valorar la riqueza y diversidad de lo que nos rodea y el daño que a menudo le hacemos (aunque sea por ignorancia), a entrenar mi capacidad para asombrarme, a conectar conmigo mismo...
Halcón peregrino |
Zarapito trinador |
Lo que no he conseguido es darle continuidad a este blog. El material y las ideas acumuladas son mucho mayores que el tiempo disponible y la inspiración para compartirlas, por lo que he decidido dejarlo, al menos temporalmente. Sólo queda dar las gracias a todo el que haya pasado por aquí. A los que comparten afición, espero al menos haberles aportado algunos minutos de entretenimiento y ojalá, nos conozcamos personalmente o no, podamos en el futuro compartir experiencias. Para el resto, los que parten de cero, de una desconexión total con el mundo natural, igual que me ocurría a mí hace unos años, me conformo con que alguna de estas líneas sea capaz de despertar algún interés, de esos que nacemos con ellos pero el transcurrir del tiempo va enterrando poco a poco. Porque se necesita más naturaleza en nuestras vidas.
Hasta aquí ha llegado "En Verde y Azul".